(Sergio J. Fernández - 12 de Mayo de 2010)
En el rico acervo cultural hispano existen refranes para toda ocasión. No resultaría difícil escribir un libro para enseñar ética, moral y cívica, conducta social, etc. sólo utilizando nuestra inmensa colección de refranes.
Hoy me viene a la mente uno de ellos, aunque para ser más exacto me vienen dos, “PARA DECIR MENTIRAS Y COMER PESCADO HAY QUE TENER MUCHO CUIDADO” y “MAS FACIL SE ATRAPA A UN MENTIROSO QUE A UN COJO”. Pero de estos dos, el segundo fue el que más me gustó para escribir esta nota.
Recientemente, mientras miraba en la televisión noticias sobre Cuba, escuché con una mezcla de sorpresa y cierto nivel de agrado y desconfianza, que por segundo domingo consecutivo Las Damas de Blanco han podido salir a caminar por las calles de La Habana sin el asedio de las turbas fascistas del castrismo. Turbas que, según los voceros del régimen totalitario de Cuba y sus comprometidos defensores dentro y fuera de la isla, no son más que la manifestación espontanea del pueblo enardecido.
Y yo me pregunto: Si las turbas fascistas “no son más que la manifestación espontanea del pueblo enardecido”, ¿Qué ha sucedido ahora? ¿Dónde están? ¿Por qué ya no sigue el pueblo “enardecido” contra Las Damas de Blanco? ¿Qué tiene que ver que el cardenal Jaime Ortega Alamino haya dialogado con la dictadura, para que el pueblo deje de estar “enardecido”?
De acuerdo con las noticias que se han recibido, el cardenal dialogó con la dictadura, no con “el pueblo enardecido”. Hasta ahora la dictadura justificaba la flagrante violación de los DDHH de Las Damas de Blanco diciendo que las autoridades no podían impedir que el pueblo expresara su ira contra quienes pretendían arrebatarle los "logros” de su paradisiaco socialismo tropical.
Si Las Damas de Blanco no han cedido ni siquiera un punto ni una coma en sus demandas, y no han claudicado en su empeño de asistir a la iglesia cada domingo y luego caminar por las calles de La Habana con una flor en sus manos en demanda cívica y respetuosa por la liberación de sus familiares detenidos injustamente en las cárceles castristas ¿Por qué ya no las asedia más “el pueblo enardecido”? ¿Cómo es posible que el dialogo del cardenal Ortega con la dictadura haya podido contener al “pueblo enardecido”, si las fuerzas gubernamentales se habían declarado, públicamente, "incapaces de contener semejante reacción popular”? Esto simplemente demuestra que, en realidad, las turbas fascistas son instigadas, dirigidas, pagadas y autorizadas por el régimen castrista, y no son la reacción espontanea del “pueblo enardecido”.
Da pena el descaro con que miente la dictadura castrista. Resulta que hasta ahora no eran los esbirros y asalariados del régimen los que arremetían contra Las Damas de Blanco, era “el pueblo enardecido” e “imposible de contener”, y sin embargo, a partir de la intercesión del cardenal, así; como por arte de magia, desaparecen, o por lo menos momentáneamente se aguantan, las reacciones del “pueblo enardecido”.
Por el amor de Dios ¿A quién pretenden engañar?
Como les comentaba al principio, “MAS FACIL SE ATRAPA A UN MENTIROSO QUE A UN COJO”.
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