Expulsión de Adán y Eva del Paraíso - Aureliano Milani
Somos "seres" humanos.
(Sergio Jesús Fernández, 28 de Noviembre de 2013)
Creer en Dios es un regalo. Algunas personas reciben el regalo de tener talento para las artes, otras reciben el regalo de tener talento para las ciencias, y todas, sin excepción, reciben el regalo de tener fe para creer en Dios. En un mundo cada vez mas materialista a muchos se les hace difícil creer en Dios, pero yo he podido comprobar que, a diferencia del resto de las especies, los seres humanos somos seres espirituales, hechos para creer en Dios.
Yo he visto, y estoy seguro de que la mayoría de ustedes también, a personas sin espíritu, y he podido comprobar cuales son las consecuencias de ser una persona sin espíritu. Son esas personas que cuando les miras a los ojos te da la impresión de que estás mirando a “la nada”, notas un vacío, una ausencia de algo que no sabes exactamente que es, pero sabes que falta. La sociedad tiene nombres para clasificar a personas así. A unos les llaman asesinos, a otros; drogadictos o alcohólicos, a otros; pedófilos, a otros; criminales, a otros; depredadores sexuales, a otros; locos, dementes, lunáticos, a otros; psicópatas, a otros; sociópatas, a otros; monstruos, a otros; bestias, en fin; que terminan casi siempre comparándolos con animales salvajes. Y es lógico, pues una persona sin espíritu viene siendo algo así como un animal salvaje, y como tal se comporta. Es mas, existen animales que manifiestan más características humanas que las que manifiestan las personas sin espíritu.
Otra condición que nos ayuda a comprobar la ausencia de espíritu es el hecho de que cuando una de estas personas recibe su espíritu, su conducta animal desaparece, ya no es mas la persona que era, ahora ha dejado de ser una persona para convertirse en un “ser” humano. Existen miles de testimonios registrados, tanto por la ciencia como por las diferentes denominaciones religiosas, de "personas" convertidas en "seres" humanos. Asesinos y criminales que han tenido un encuentro espiritual con Su Creador y han recibido de nuevo su espíritu, y se ha producido en ellos un cambio radical. Lo mismo sucede con las personas esclavizadas por el alcohol y las drogas. Los centros de rehabilitación más exitosos, son aquellos que utilizan, en adición a la psicoterapia y los medicamentos, la ayuda espiritual que sólo Dios, nuestro creador, puede proveer.
La Palabra de Dios, en el evangelio según el apóstol Marcos, capítulo 9, versículos 14 al 29, nos enseña como Jesús sanó a un muchacho endemoniado.
"Cuando llegaron a donde estaban los otros discípulos, vieron que a su alrededor había mucha gente y que los maestros de la ley discutían con ellos. Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.
—¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.
—Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla. Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.
—¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.
Así que se lo llevaron. Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que éste cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos.
—¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? —le preguntó Jesús al padre.
—Desde que era niño —contestó—. Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
—¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.
—¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!
Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno.
—Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.
El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Éste quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Ya se murió.» Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.
Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
—Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración —respondió Jesús."
De la misma forma en que nacemos con músculos débiles que se van fortaleciendo a medida que vamos utilizándolos y ejercitándolos, también nacemos con una fe relativamente débil que se va fortaleciendo a medida en que la vamos utilizando y ejercitando. Así como el esfuerzo físico es el ejercicio para fortalecer los músculos, la oración, la meditación y el conocimiento de La Palabra de Dios son los ejercicios espirituales para fortalecer la fe. Como seres humanos, seres espirituales, debemos hacer fuerte nuestra fe, y el fruto de una fe fuerte son las obras, pues “la fe sin obras es muerta”.