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Sunday, July 22, 2012

DE TINIEBLAS A LA LUZ


DE TINIEBLAS A LA LUZ
Sergio Jesús Fernández, 22 de Julio de 2012.

“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6:19-21)

“Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24)

Cuídate bien de no confundir aspiraciones y anhelos con codicia y egoísmo, pues la línea que separa esos sentimientos es sumamente fina y puede llegar a hacerse imperceptible.

Aspiraciones y anhelos producen prosperidad, y la prosperidad produce bonanza, bienestar y felicidad, resultados que proporcionan satisfacción permanente y por consiguiente amor y agradecimiento a Dios. Codicia y egoísmo engendran opulencia, y la opulencia propicia exceso, hartura y lujuria, los cuales generan un estado de insatisfacción que obliga a desear cada vez más y más, sin que esto ayude a lograr la felicidad deseada, y dejando, como resultado, desencanto, desamor y alejamiento de Dios.

Cuando nos dirigimos hacia la luz, la oscuridad de nuestra propia sombra no tiene otro lugar que detrás nuestro, y mientras más lejos estamos de la luz, mayor es el tamaño de esa sombra que nos sigue, no obstante; a medida que nos vamos acercando a la luz, la sombra se va reduciendo. Luego, cuando llegamos a estar bajo la luz, esa oscuridad de nuestra sombra queda completamente reducida a algo insignificante bajo nuestros pies. Y finalmente, cuando estamos en luz, ya no queda ni rastro de sombra. Pero cuando vamos en sentido opuesto a la luz sucede todo lo contrario, somos nosotros quienes vamos detrás de la oscuridad de nuestra sombra, y a medida que nos alejamos de la luz la sombra se va haciendo mayor, hasta que finalmente quedamos envueltos en completa oscuridad.

Aunque parezca difícil evitar la codicia y el egoísmo, en realidad no lo es, sólo debemos retener en nuestras mentes y en nuestros corazones este principio fundamental:

“No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita”.

¡Ah! Y por supuesto, también debemos respetar estos dos mandamientos divinos:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37-39)

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