“EL JUSTO VIVIRA POR LA FE”
Por Sergio Jesús Fernández, 20 de Julio de 2011.
Imagínese que usted tiene la oportunidad de conversar amigablemente con la máxima autoridad de su país, digamos que el presidente, y al final de esa conversación él le asegura que se va a ocupar personalmente de todos los problemas que usted le ha comentado, para solucionarlos de la manera más adecuada, y que por consiguiente; usted no debe preocuparse más por esos asuntos.
Imagínese que, al salir de esa reunión, usted visita la casa de una persona “influyente” y le cuenta todos las cosas que usted le contó al presidente, para que esta persona le ayude en caso de que al presidente se le olvide.
Imagínese que, a los pocos días de haber hablado con la persona influyente, le presentan a un ministro y le cuenta usted todo lo que ha hablado con el presidente y con la persona influyente, por si acaso a ellos dos se les olvida.
Imagínese que se encuentra usted con un policía, amigo suyo de la infancia, y por si acaso, le cuenta usted todos esos asuntos que le agobian para ver si él también le puede ayudar.
Ahora, imagínese que los servicios de inteligencia le cuentan al presidente todo lo que usted ha hecho desde la última vez que habló con él.
¿Qué cree que pensará el presidente de usted? ¿Qué está usted desesperado con sus propios problemas? Cierto. ¿Qué no supo usted valorar el hecho de que él le dio su palabra? Seguramente pensará eso también. ¿Qué al tratar de confiar en todos, no confía usted en nadie? Por supuesto que lo pensará, y estará en todo su derecho de hacerlo, porque con su desconfianza, eso es exactamente lo que ha logrado que piensen de usted.
Pues bien; esta historia, que posiblemente le resulte exagerada, se repite millones de veces todos los días, excepto que en lugar de suceder entre usted y “el presidente”, sucede entre la mayoría de las personas y Dios. Son millones los que le piden a Dios y a “las once mil vírgenes”, por si acaso, y por si acaso también a los hechiceros, y a los curanderos, y a los astros, y a los campos de energía, y a los colores, y a los sonidos, y a los animales, y a cuanta cosa le puedan echar mano “por si acaso”. Y es que su fe es tan insignificante que sólo acudiendo a cuanta cosa les aparezca en el camino se sienten seguros, “por si acaso”. Sin darse cuenta de que al fragmentar tanto esa fe tan pequeña que poseen, la hacen cada vez aun más pequeña e ineficaz. Casi siempre “menos es más”, y en este caso se cumple ese adagio, mientras menos fragmentada esté la fe, mayor será su poder.
Y no es que sea yo quien piensa que tenemos poca fe, es que el propio Dios lo sabía de antemano cuando nos dijo:
“-Porque ustedes tienen tan poca fe -les respondió-. Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: "Trasládate de aquí para allá", y se trasladará. Para ustedes nada será imposible.” - Mateo 17:20.
“-Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza -les respondió el Señor-, podrían decirle a este árbol: "Desarráigate y plántate en el mar", y les obedecería.” - Lucas 17:6.
Ni siquiera como un grano de mostaza es nuestra fe.
Olvídese de aquella frase estereotipada y falsa de “a Dios rogando y con el mazo dando”, o aquella otra de “Dios dice: Ayúdate, que yo te ayudaré”. Esas no son más que mentiras del enemigo para robarle el poder de su fe. Si usted le ruega a Dios y después da con el mazo, ahí queda todo, porque cuando usted toma las riendas, se las está quitando a Dios, así que o ruega o da con el mazo, pero no se engañe pensando que las dos cosas funcionan. Una acción cancelará a la otra. Tan simple como una ecuación matemática. Y si usted cree en un Dios que necesita de su ayuda para ayudarle, me parece que debería ir buscando otro que sea menos dependiente de usted, porque esa frase suena tan disparatada como que un salvavidas de la playa, les diga a los que están ahogándose, “¡AYUDENSE, QUE YO LOS AYUDARE!”. ¿Quién que se encuentre en desgracia puede ayudarse a sí mismo?
Pero le tengo una buena noticia. La fe es como un músculo, y como tal; mientras más la ejercitamos más se fortalece. Haga la prueba, hoy mismo, pídale algo imposible a Dios, pero pídaselo con fe, no dude. Hable con El y cuéntele, y deje que El se haga cargo del asunto. No trate luego de hacer algo en adición a esto. Déjelo así, confié en Dios y vea como El responde su oración. Hágalo una vez y espere el resultado, y cuando Dios le responda, de su testimonio y vuelva a pedirle otro imposible. Usted va a comprobar cómo el poder de su fe aumenta después de cada oración contestada. Se lo aseguro.
"Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve." - Hebreos 11:1
Tampoco hay que desanimarse, Dios responde nuestras oraciones a su debido tiempo, y de acuerdo a su divina voluntad. Si pide usted ganarse la lotería no espere contar con Dios para eso, porque está estableciendo usted una contradicción al condicionar su bienestar a la posesión de riquezas, y no a su fe en Dios.
“El Señor es mi pastor, nada me falta” - Salmos 23:1
“Aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas sino sólo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: "¿Y quién es el SEÑOR?" Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios.” - Proverbios 30:8-9
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” - Mateo 6:11
Ejercite su fe en Dios, al menos trate y vea los resultados. Dios no cambia de opinión, y si nos dio una enseñanza y un mandato sobre la fe, no lo hizo en vano. Escrito está:
“Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” - Lucas 11:9-13
No se deje despojar del poder que Dios le otorgó a través del ejercicio de la fe. Haga uso de su fe, ejercítela, fortalézcala. Recuerde esto:
“Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque «el justo vivirá por la fe»” - Gálatas 3:11
"No le digas a Dios cuan grandes son tus problemas, dile a tus problemas cuan grande es tu Dios." - Anónimo
Referencias: La Biblia, "Nueva Versión Internacional".