EN MEMORIA DE CAYLEE ANTHONY
Por Sergio J. Fernandez, 8 de julio de 2011.
Si de algo no nos queda la menor duda, es de la falta de amor de esta mujer a su única hijita y posiblemente al resto de la humanidad, pero aun así; entiendo la decisión del jurado. Si la fiscalía hubiese despejado todas las incógnitas de este caso, tal vez el veredicto hubiese sido diferente. Si en lugar de pena de muerte, existiesen solamente cadenas perpetuas, tal vez el veredicto hubiese sido diferente.
Me alegra saber que existen seres humanos que consideran preferible exonerar a cien culpables que mandar a la muerte a un inocente. Y no estoy queriendo decir que esta mujer sea inocente, simplemente reconozco que no pudo ser encontrada culpable.
Doy gracias a Dios de vivir en un país de leyes, un estado de derecho, un país donde la duda puede prevalecer ante las suposiciones a la hora de mandar a la muerte a un ser humano, aunque este aparentemente sea culpable. Debemos entender y respetar este principio democrático de derecho, de lo contrario; podemos convertirnos en los inquisidores que tanto hemos criticado y seguimos criticando.
Ya los hombres trataron de hacer justicia, dejemos ahora que sea Dios quien lo haga. Caylee vivió sólo 1,042 días en este mundo. Su madre cumplió 1,043 días presa bajo la justicia de los hombres, sólo un día más, pero a partir de ahora va a cumplir una sentencia de por vida bajo la justicia de Dios. En Dios confiamos. He aquí una señal inmediata.
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”Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello, que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeños.” - Lucas 17:2 (NVI)
“Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre.” - Salmos 118:8
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