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Tuesday, September 21, 2010

Dulce María Loynaz

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Dulce María Loynaz
1902 - 1997

María Mercedes Loynaz Muñoz, como se llamaba realmente la poetisa y escritora cubana Dulce María Loynaz, nació en la ciudad de La Habana, Cuba, el 10 de Diciembre de 1902, hija del Mayor General del Ejército Libertador de Cuba, Enrique Loynaz del Castillo, creador del Himno Invasor y hermana de Enrique Loynaz Muñoz. Nunca asistió a una escuela hasta pasar a la Universidad de la Habana donde obtuvo el título de Doctor en Leyes en 1927.

Publicó sus primeros poemas en La Nación en 1920, año en que también visitó a los Estados Unidos. A partir de esa fecha realiza numerosos viajes por Norteamérica y casi toda Europa. Sus viajes incluyeron visitas a Turquía, Siria, Libia, Palestina y Egipto. Visitó México en 1937, varios países de América del Sur entre 1946 y 1947 y las Islas Canarias en 1947 y 1951, en donde fue declarada hija adoptiva.

Su primera incursión en la letra impresa fue en el periódico habanero La Razón, donde se publicaron sus poemas entre 1920 y 1938. En 1947 publicaría "Juegos de agua", otro poemario, y a partir de 1950 el editor español se interesa por la obra de la cubana, publicándose entonces varios de sus trabajos. De esta época, específicamente de 1951, data la publicación de "Jardín". Le seguirían varios otros libros, entre los cuales destacan, en 1953, "Cartas de amor a Tutankhamon", y en 1958, "Poemas sin nombre" y "Verano en Tenerife", este último un libro de viajes.

En 1950 publicó crónicas semanales en El País y Excélsior. También colabora en Social, Grafos, Diario de la Marina, El Mundo, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana y Orígenes.

"Jardín" fue escrita entre 1928 y 1935, aunque su publicación se hizo en España en 1951. Los elementos estilísticos utilizados por la autora han ubicado a esta novela como precursora de la actual novelística hispanoamericana. Aunque Dulce María Loynaz es más conocida en el ambiente literario por su poesía, ella misma declaró alguna vez: "La poesía es lo accidental, lo accesorio. La prosa es lo medular". Además, en 1927 había recibido un Doctorado en Derecho en La Habana.

Asistió en 1953, invitada por la Universidad de Salamanca, a la celebración del VII Centenario de dicha institución.

En 1959 fue elegida miembro de la Real Academia Española y presidió en Cuba, hasta el momento de su muerte, la filial local de esa institución. Durante su vida recibió innumerables premios y honores; entre otros se destacan el Premio Cervantes en 1992, La Cruz de Alfonso X, el Sabio, y el Premio Isabel la Católica de periodismo. En Cuba recibió la orden cultural Félix Varela y el Premio Nacional de Literatura. En 1944 recibió el premio González Lanuza que otorgaba el Colegio Nacional de Abogados de Cuba.

Sus últimas publicaciones fueron "Poemas escogidos", de 1985, "Bestiarium" y "La novia de Lázaro", ambos de 1991. La Diputación de Cádiz publicó, además, en 1992, "Poemas náufragos", y la editorial Espasa Calpe una amplia antología de su obra.

Entre las grandes figuras de la literatura universal que pasaron por su casa se cuentan Federico García Lorca y los premios Nobel de literatura, Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez.

Permaneció el resto de sus días en La Habana, viviendo en su antigua casona de El Vedado. Falleció a causa de cáncer el 27 de Abril de 1997, a los 94 años de edad. 12 días antes había hecho su última aparición pública, cuando la Embajada de España le rindió homenaje por el 45º aniversario de su obra "El Jardín".

Es bueno señalar que los premios que recibió esta poeta -como le gustaba ser llamada, no poetisa- fueron principalmente internacionales, así como el grueso de la publicación de sus obras. De hecho, en Santa Cruz de Tenerife, y en vida de la escritora se bautizó una calle con su nombre. Esto se debe a la gratitud del pueblo tinerfeño por la descripción tan bella y fiel que hace de sus costumbres en el libro de viajes "Un Verano en Tenerife". Es cierto que la artista mantuvo un recogimiento propio de su carácter que la mantuvo aislada durante largo tiempo a pesar de su valía, pero más que su naturaleza fue su actitud nada genuflexa hacia el régimen castrista, al mantenerse al margen de la política, lo que le costó el desconocimiento de su obra en su propia tierra. En algún momento se quejó de no figurar en los textos escolares, pero la luz no se puede ocultar y la paciencia era su mayor virtud. Con el premio Cervantes se borró cualquier intento de opacar una estrella que brillaba con luz propia. Dulce María Loynaz, es un regalo que nos llegó un poco tarde, pero valió la pena la espera; sobre todo la suya que parece ser como dice en el poema LIX: "...para esperarte tendré la inmovilidad de la piedra. O más bien la del árbol, agarrado a la tierra rabiosamente".


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