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Thursday, September 30, 2010

Thursday, September 23, 2010

Pensamiento


Pensamiento - 23 de Septiembre de 2010
Sergio J. Fernández

“Dios nos creó en un mundo lleno de colores brillantes y sonidos maravillosos.
Aunque algunos sólo quieran ver en blanco y negro y escuchar ruidos infernales.




Wednesday, September 22, 2010

José Angel Buesa

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
José Angel Buesa
1910-82

José Angel Buesa nace el 2 de Septiembre de 1910 en Cruces, cerca de Cienfuegos, Cuba. A los 7 años empieza a escribir sus primeros versos. En su adolescencia se muda a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio de Cienfuegos, ejercen un embrujo en el alma del poeta, que empieza a plasmar en sus versos la magia del paisaje que lo rodea. Aún joven, se traslada a La Habana, donde se incorpora a los grupos literarios existentes en aquel entonces y comienza a publicar sus versos a los 22 años (1932) con un inmenso éxito.

Tras una primera etapa muy productiva, Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una penosa peregrinación por España, Islas Canarias, El Salvador y finalmente Santo Domingo. Los últimos años de su vida los vivió en el exilio, y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en la República Dominicana. En el poema que dedica a su madre, Buesa refleja claramente el sufrimiento causado por haber tenido que abandonar su tierra natal.

Sus principales obras son: "La fuga de las horas" (1932), "Misas paganas" (1933), "Babel"(1936), "Canto final" (1936), "Oasis", "Hyacinthus", "Prometeo", "La Vejez de Don Juan", "Odas por la Victoria" y "Muerte Diaria" (todas de 1943), "Cantos de Proteo" (1944), "Lamentaciones de Proteo", "Canciones de Adán" (ambas de 1947), "Poemas en la Arena", "Alegría de Proteo" (ambas de 1948), "Nuevo Oasis" y "Poeta Enamorado" (1949). Su libro "Oasis" (1943) se reeditó en más de 26 ocasiones, así como "Nuevo Oasis". Sus libros se agotaban tan pronto salían. Se dice que de un poema suyo fueron los primeros versos que se oyeron en la televisión cubana en el año 61.

Buesa fue un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda su obra poética, que es primordialmente elegíaca. Se le ha llamado el "poeta enamorado". Ha sido considerado como el más popular de los poetas en la Cuba de su época. Su popularidad se debía en gran parte a la claridad y profunda sensibilidad de su obra. Muchos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, ruso, polaco, japonés y chino. Otros muchos han sido musicalizados o recitados en unos 40 discos de larga duración. Fue también novelista y escritor de libretos para la radio y la televisión de Cuba, también fue director de célebres programas radiales en las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ, ya inexistentes.

Aunque catalogado por algunos críticos como poeta menor, cursi y fácil, no obstante podría afirmarse que ningún poeta cubano ha hecho mejor gala del neo-romanticismo americano.

Murió días antes de cumplir los 72 años de edad, el 14 de Agosto de 1982, en República Dominicana.


Tuesday, September 21, 2010

Dulce María Loynaz

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Dulce María Loynaz
1902 - 1997

María Mercedes Loynaz Muñoz, como se llamaba realmente la poetisa y escritora cubana Dulce María Loynaz, nació en la ciudad de La Habana, Cuba, el 10 de Diciembre de 1902, hija del Mayor General del Ejército Libertador de Cuba, Enrique Loynaz del Castillo, creador del Himno Invasor y hermana de Enrique Loynaz Muñoz. Nunca asistió a una escuela hasta pasar a la Universidad de la Habana donde obtuvo el título de Doctor en Leyes en 1927.

Publicó sus primeros poemas en La Nación en 1920, año en que también visitó a los Estados Unidos. A partir de esa fecha realiza numerosos viajes por Norteamérica y casi toda Europa. Sus viajes incluyeron visitas a Turquía, Siria, Libia, Palestina y Egipto. Visitó México en 1937, varios países de América del Sur entre 1946 y 1947 y las Islas Canarias en 1947 y 1951, en donde fue declarada hija adoptiva.

Su primera incursión en la letra impresa fue en el periódico habanero La Razón, donde se publicaron sus poemas entre 1920 y 1938. En 1947 publicaría "Juegos de agua", otro poemario, y a partir de 1950 el editor español se interesa por la obra de la cubana, publicándose entonces varios de sus trabajos. De esta época, específicamente de 1951, data la publicación de "Jardín". Le seguirían varios otros libros, entre los cuales destacan, en 1953, "Cartas de amor a Tutankhamon", y en 1958, "Poemas sin nombre" y "Verano en Tenerife", este último un libro de viajes.

En 1950 publicó crónicas semanales en El País y Excélsior. También colabora en Social, Grafos, Diario de la Marina, El Mundo, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana y Orígenes.

"Jardín" fue escrita entre 1928 y 1935, aunque su publicación se hizo en España en 1951. Los elementos estilísticos utilizados por la autora han ubicado a esta novela como precursora de la actual novelística hispanoamericana. Aunque Dulce María Loynaz es más conocida en el ambiente literario por su poesía, ella misma declaró alguna vez: "La poesía es lo accidental, lo accesorio. La prosa es lo medular". Además, en 1927 había recibido un Doctorado en Derecho en La Habana.

Asistió en 1953, invitada por la Universidad de Salamanca, a la celebración del VII Centenario de dicha institución.

En 1959 fue elegida miembro de la Real Academia Española y presidió en Cuba, hasta el momento de su muerte, la filial local de esa institución. Durante su vida recibió innumerables premios y honores; entre otros se destacan el Premio Cervantes en 1992, La Cruz de Alfonso X, el Sabio, y el Premio Isabel la Católica de periodismo. En Cuba recibió la orden cultural Félix Varela y el Premio Nacional de Literatura. En 1944 recibió el premio González Lanuza que otorgaba el Colegio Nacional de Abogados de Cuba.

Sus últimas publicaciones fueron "Poemas escogidos", de 1985, "Bestiarium" y "La novia de Lázaro", ambos de 1991. La Diputación de Cádiz publicó, además, en 1992, "Poemas náufragos", y la editorial Espasa Calpe una amplia antología de su obra.

Entre las grandes figuras de la literatura universal que pasaron por su casa se cuentan Federico García Lorca y los premios Nobel de literatura, Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez.

Permaneció el resto de sus días en La Habana, viviendo en su antigua casona de El Vedado. Falleció a causa de cáncer el 27 de Abril de 1997, a los 94 años de edad. 12 días antes había hecho su última aparición pública, cuando la Embajada de España le rindió homenaje por el 45º aniversario de su obra "El Jardín".

Es bueno señalar que los premios que recibió esta poeta -como le gustaba ser llamada, no poetisa- fueron principalmente internacionales, así como el grueso de la publicación de sus obras. De hecho, en Santa Cruz de Tenerife, y en vida de la escritora se bautizó una calle con su nombre. Esto se debe a la gratitud del pueblo tinerfeño por la descripción tan bella y fiel que hace de sus costumbres en el libro de viajes "Un Verano en Tenerife". Es cierto que la artista mantuvo un recogimiento propio de su carácter que la mantuvo aislada durante largo tiempo a pesar de su valía, pero más que su naturaleza fue su actitud nada genuflexa hacia el régimen castrista, al mantenerse al margen de la política, lo que le costó el desconocimiento de su obra en su propia tierra. En algún momento se quejó de no figurar en los textos escolares, pero la luz no se puede ocultar y la paciencia era su mayor virtud. Con el premio Cervantes se borró cualquier intento de opacar una estrella que brillaba con luz propia. Dulce María Loynaz, es un regalo que nos llegó un poco tarde, pero valió la pena la espera; sobre todo la suya que parece ser como dice en el poema LIX: "...para esperarte tendré la inmovilidad de la piedra. O más bien la del árbol, agarrado a la tierra rabiosamente".


Monday, September 20, 2010

Julián del Casal

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Julián del Casal y de la Lastra
1863 - 1893

Julián del Casal y de la Lastra fue un poeta y escritor cubano y uno de los máximos exponentes del modernismo en Latinoamérica. Algunos le conocen como "el joven poeta que murió de risa".

Nació en La Habana el 7 de Noviembre de 1863, hijo de Julián del Casal y Ugareda, natural de Vizcaya, y María del Carmen de la Lastra y Owens, natural de Artemisa. La muerte de su madre, en 1868, entristeció su infancia. Estudió en el Real Colegio de Belén, donde fundó un periódico escrito a mano, que llevó por título “El Estudiante”. Obtuvo el título de Bachiller en 1879.

Publicó su primer poema conocido en un semanario de arte, ciencia y literatura llamado “El Ensayo”, en el número editado el 13 de Febrero de 1881. Ese mismo año comenzó a trabajar como escribiente en el Ministerio de Hacienda e ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. No obstante, abandonó sus estudios de leyes para dedicarse a la literatura.

En Noviembre de 1888 emprendió un viaje a Europa con la pretensión de visitar París, ciudad que le atraía enormemente. Sin embargo, este viaje se vio frustrado. Estuvo en Madrid, donde trabó amistad con Salvador Rueda y con Francisco Asís de Icaza, y finalmente regresó a Cuba en 1889 sin haber llegado a visitar la capital de Francia. De vuelta a su país, comenzó a acudir a las tertulias de la Galería Literaria y en 1890 publicó su primer libro de poemas “Hojas al viento”. Abandonado su puesto en el Ministerio de Hacienda, trabajó como corrector y luego como periodista. En estos años conoce a Juana Borrero.

En 1891 había llegado Rubén Darío a La Habana, con quien Casal entabló amistad. Darío le dedicó “El clavicordio de la abuela”; Casal, por su parte, había conseguido ese mismo año que en La Caricatura apareciera el poema de Darío “La negra Dominga”; también publicó en La Habana Elegante un artículo sobre su amigo el 5 de Enero de 1893.

La tarde del 21 de Octubre de 1893, en la redacción de La Habana Elegante, Casal escribió un suelto al que dio el título de “Mi libro de Cuba”, que trata del texto de Lola Rodríguez de Tió. También corrigió parcialmente las pruebas de su libro “Bustos y rimas”. Esa misma noche murió súbitamente en la sobremesa de una familia amiga, en casa del doctor Lucas de los Santos Lamadrid. En un ataque de risa provocado por un chiste de uno de los presentes, se le produjo una hemorragia y sufrió la mortal rotura de una aneurisma.


Friday, September 17, 2010

Bonifacio Byrne

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Bonifacio Byrne
1861 - 1936

Bonifacio Byrne nació en la ciudad de Matanzas, Cuba, el 3 de marzo de 1861 y murió en su ciudad natal el 5 de julio de 1936. Raimundo Lazo lo llama “el último poeta patriótico de los tiempos coloniales”.

Después de un período juvenil de iniciación en la poesía modernista, se convirtió, a partir de 1896, en el intérprete de los entusiasmos y agonías de su pueblo en la lucha por su independencia de la corona española.

Realizó sus estudios en Matanzas. Desde la adolescencia tuvo inclinación por la literatura. En 1890 fundó los periódicos “La Mañana” y “La Juventud Liberal”. Publicó su primer libro de versos en 1893.

Pocos años más tarde, en 1896, tuvo que emigrar a los Estados Unidos al publicar sus sonetos en ocasión del fusilamiento de Domingo Mejía. En el exilio se dedicó a labores separatistas y fundó en Tampa, el “Club Revolucionario”, del cual fue secretario. Durante su estancia en esa ciudad floridana trabajó como lector de tabaquerías y colaboró en “Patria”, “El Porvenir” y en “El Expedicionario”.

Regresó a Cuba en 1899. Durante el período republicano fue secretario del Gobierno Provincial de Matanzas y de la Superintendencia Provincial de Escuelas. En 1909 fundó el periódico “El Yucayo”. Colaboró en “La Primavera”, “El Ateneo”, “Diario de Matanzas”, “El Fígaro” y en “La Discusión”. Fue declarado “Hijo Eminente de Matanzas” en 1915. Ese mismo año se trasladó a Nueva York para reponer su quebrantada salud. Obtuvo galardones poéticos en los Juegos Florales de Sancti Spíritus (1916) y Matanzas (1934). Fue miembro fundador del "Grupo Indice" (1935). Era socio correspondiente de la Academia Nacional de Artes y Letras.

Un gran número de sus composiciones poéticas quedaron sin ser publicadas o agrupadas en una bien merecida antología.

Desde la publicación en 1897 en la ciudad estadounidense de Filadelfia del poemario “Efigies”, conformado por sonetos patrióticos, a este autor se le considera, por la gran aceptación de esa obra, como uno de los poetas de la guerra Cubano-Española.

Quizás su poesía más conocida, es la que incluimos aquí. Fue compuesta por el autor al regresar a Cuba después de terminada la Guerra Cubano-Hispano-Americana, y en ella expresa su angustia frente a la incertidumbre del futuro nacional amenazado por una bandera extranjera, que él pudo ver desde el barco en que entraba en la bahía de la Habana, izada en la fortaleza del Morro junto a la bandera cubana.

Mi Bandera

Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!

¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste!

Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!

En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.

Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!

En el fondo de obscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve...

¿No la veis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz cuando más solitaria.

Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en mis versos.

Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el Sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!
en el llano, en el mar y en la cumbre.

Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!

Thursday, September 16, 2010

José Martí

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Jose Julian Martí y Pérez
1853 - 1895

José Julián Martí y Pérez (José Martí) fue un político, pensador, periodista, filósofo, poeta y masón cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la “Guerra del 95” o “Guerra Necesaria”. Perteneció al movimiento literario del modernismo. Por su trayectoria, se ganó los títulos populares de “El Apóstol de la Independencia de Cuba” y “El Maestro”.

Cronología:

1853.- El 28 de Enero, nace José Julián Martí Pérez en la calle Paula No. 41, en la ciudad de La Habana, Cuba, en el seno de una familia española.

1866.- Ingresa en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y también en la clase de Dibujo Elemental en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana, más conocida como San Alejandro.

1869.- El 4 de Octubre es detenido y enviado a las canteras de San Lázaro por escribir una carta a Carlos Castro de Castro, compañero de colegio, acusándole de apóstata por haberse enlistado como voluntario del ejército español para combatir a los independentistas.

1870.- El 4 de Marzo es condenado a seis años de prisión por el delito de traición basado en los hechos de Octubre de 1869. La pena le es conmutada por el destierro a Isla de Pinos, situada al suroeste de la isla de Cuba y a donde llega el 13 de Octubre de ese año. El 18 de Diciembre es regresado a La Habana.

1871.- El 15 de Enero es deportado a España debido a gestiones realizadas por sus padres. Una vez en España, comienza sus estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de Licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras. Entre 1871 y 1875 se traslada a Paris por un tiempo y visita Nueva York

1875.- El 8 de Febrero llega a Veracruz, México, donde se reúne con su familia. En México entabla relaciones con Manuel Mercado y conoce a Carmen Zayas Bazán, la cubana de Camagüey que posteriormente sería su esposa.

1877.- Del 2 de Enero al 24 de Febrero estuvo de incógnito en La Habana como Julián Pérez. Al llegar a Guatemala trabaja en la Escuela Normal Central como catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía. El 20 de Diciembre retorna a México, para contraer matrimonio con Carmen.

1878.- A principios de año regresa a Guatemala. El 13 de Agosto, concluida la llamada “Guerra de los 10 años”, vuelve a Cuba y se radica en La Habana. El 22 de Noviembre nace José Francisco, su único hijo. Comienza sus labores conspirativas y es uno de los fundadores del “Club Central Revolucionario Cubano”.

1879.- El 18 de Marzo es elegido vicepresidente del “Club Central Revolucionario Cubano”. Posteriormente el Mayor General Calixto García lo nombra subdelegado en la isla del “Comité Revolucionario Cubano” radicado en Nueva York. Conoce a Juan Gualberto Gómez. El 17 de Septiembre es detenido y el 25 es deportado nuevamente a España por sus vínculos con la llamada “Guerra Chiquita”, liderada por el Mayor General Calixto García.

1880.- El 3 de Marzo logra que su esposa y su hijo se reúnan con él, pero el 21 de Octubre Carmen y José Francisco regresan a Cuba. El 28 de Octubre es electo vocal del “Comité Revolucionario Cubano”, del cual asumió la presidencia en substitución de Calixto García.

1881.- El 20 de Enero llega a Venezuela y funda la “Revista Venezolana”, de la cual sólo pudo publicar dos números.

1882.- Aproximadamente a mediados de este año vuelve a asumir la tarea de reorganizar a los revolucionarios independentistas y se comunica por escrito con Máximo Gómez y Antonio Maceo.

1884.- El 2 de Octubre se reúne por primera vez con Gómez y Maceo, y comienza a colaborar en un plan insurreccional diseñado y dirigido por ambos generales. Más tarde se separa de este movimiento por estar en desacuerdo con los métodos de dirección y sus posibles consecuencias sobre la futura república de Cuba.

1887.- El 30 de Noviembre funda una comisión ejecutiva, de la cual fue elegido presidente, encargada de dirigir las actividades organizativas de los revolucionarios.

1892.- En Enero de este año redacta las bases y los estatutos del Partido Revolucionario Cubano. El 8 de Abril es electo delegado del PRC, cuya constitución fue proclamada dos días después, y el día 14 del mismo mes funda el periódico Patria, órgano oficial del PRC.

1893-94.- Recorre varios países de América y diferentes ciudades de los Estados Unidos, tratando de reunir a los principales jefes de “La Guerra del 68” y recaudando fondos y recursos para la nueva contienda. A mediados de 1894 apresura los preparativos del “Plan Fernandina”, con el cual pretendía promover una guerra corta, sin grandes desgastes para los cubanos. El 8 de Diciembre redactó y firmó junto con Mayía Rodríguez (en representación de Máximo Gómez) y Enrique Collazo (en representación de los patriotas de la isla) el plan de alzamiento en Cuba. Desgraciadamente, el Plan Fernandina fue descubierto e incautadas las naves con las cuales se iba a ejecutar. Pese a este revés, Martí decide seguir adelante con los planes de pronunciamientos armados en Cuba y recibe el apoyo de los principales jefes de las guerras anteriores.

1895.- El 29 de Enero, de nuevo junto a Mayía Rodríguez y Enrique Collazo, firma la orden de alzamiento y la envía a Juan Gualberto Gómes para que sea ejecutada. A continuación, viaja de Nueva York a Montecirsti, en República Dominicana, donde se reúne con Máximo Gómez. El 25 de Marzo firma junto con Gómez el “Manifiesto de Montecristi”, programa de la nueva guerra. El 11 de Abril llegan a Cuba, desembarcando por Playitas de Cajobabo, en Baracoa, al noreste de la provincia de Oriente. El 14 de Abril contactan a las fuerzas del Comandante Felix Ruenes. El 15 de Abril los jefes reunidos a las órdenes de Gómez le confieren a Martí el grado de Mayor General por sus méritos y servicios prestados. El 28 de Abril firma junto con Gómez la circular “Política de Guerra” en el campamento de Vuelta Corta en Guantánamo, al este de la provincia de Oriente. Indica a los jefes que deben enviar representantes a una asamblea de delegados para elegir un gobierno. El 5 de Mayo se efectúa la reunión de La Mejorana, donde, junto a Gómez y Maceo, se discute la estrategia a seguir. El 14 de Mayo firma junto con Gómez la circular “A los jefes y oficiales del Ejército Libertador”, último de los documentos organizativos de la guerra, el cual elaboró conjuntamente con Máximo Gómez. El 19 de Mayo una columna española se desplegó en la zona de Dos Rios, cerca de Palma Soriano, donde acampaban los cubanos. Martí marchaba entre Máximo Gómez y Bartolomé Masó. Al llegar al lugar de la acción, Gómez le ordena detenerse y permanecer allí, pero durante el combate, Martí se separa del grueso de las tropas cubanas y cabalga, acompañado solamente por su ayudante Angel de la Guardia, hacia donde un grupo de españoles que estaban ocultos en la maleza. Es alcanzado por tres disparos que le provocan heridas mortales y cae abatido. Su cadáver no pudo ser rescatado por los mambises. Después de haber sido enterrado y desenterrado en diferentes ocasiones y lugares, es finalmente sepultado el 27 de Mayo en el nicho 134 de la galería sur del Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, Oriente.


Wednesday, September 15, 2010

Juan Clemente Zenea

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Juan Clemente Zenea
1832 - 1871

Juan Clemente Zenea, nació en la ciudad de Bayamo, Oriente, Cuba, el 24 de febrero de 1832. Se reconoce que ejerció gran influencia en la literatura cubana al retomar el Romanticismo, marcando una nueva línea en la poesía hispanoamericana.

En 1845 entra al colegio de José de la Luz y Caballero, donde manifiesta por primera vez su inclinación hacia la literatura. En 1846 publicó sus primeros poemas en el periódico habanero "La Prensa", en el cual llegó a ser redactor en 1849.

A partir de ese momento el número de sus obras aumentaron considerablemente, por ejemplo, publicó en colaboración con José Fornaris y Rafael Otero “La mujer ¿Es un ángel? ¡No es un ángel! ¿Si será o no será?”. Realizó la redacción de "Almendares" junto a Idelfonso Estrada Zenea y colaboró en "La voz del pueblo".

Se vio obligado a emigrar a Nueva Orleans, Estados Unidos en 1852. Desde allí colaboró en "El correo de Louisiana", "El Independiente" y "Faro de Cuba", llevando a cabo una fuerte campaña contra el gobierno español. Luego se traslada a Nueva York y desde allí trabaja para "El Filibustero", "La Verdad" y "El Cubano". Fue condenado a muerte en La Habana en 1853 por sus actividades en contra del gobierno español, pero debido a la amnistía general es perdonado y puede regresar a Cuba al año siguiente. Desde entonces ejerció en el colegio de José de la Luz y Caballero como profesor de inglés. Su obra en general es bastante extensa, y ha sido reconocida numerosas veces, varios de sus poemas se incluyen en "El laúd del desterrado" y es innumerable la cantidad de artículos suyos que aparecen en publicaciones cubanas y españolas de la época, por ejemplo en "La Chamarreta", "El Siglo", "Revista del pueblo de Cuba", "Ofrenda al Bazar", "Álbum cubano de lo bueno y lo bello", "La Piragua", "Brisas de Cuba", "Floresta Cubana" y "Guirnalda Cubana", entre ellas también se incluyen las siguientes revistas españolas "La América" y "La Ilustración Republicana Federal". Fundó y dirigió la "Revista Habanera".

En 1865 regresa a Nueva York colaborando con la "Revista del Nuevo Mundo". Luego se traslada a México para trabajar en la publicación "Diario Oficial". Al comenzar la guerra de 1868 en Cuba regresa a los Estados Unidos para colaborar con la causa, pero cada una de las expediciones en que tomó parte fue un fracaso. Logra llegar a Cuba clandestinamente en 1870, y luego de una entrevista con Carlos Manuel de Céspedes, líder del alzamiento, fue apresado por las tropas españolas tratando de regresar a los Estados Unidos. Después de varios meses de prisión, fusilado en  el "Foso de Los Laureles" de La Fortaleza de La Cabaña, en la ciudad de La Habana, Cuba, en 1871.

Algunas de sus obras:

Adios
Celos
Dichoso el hombre
Fidelia
Isabel
Las sombras
Nocturno
Oriente y ocaso
Por la tarde
Retorno


Tuesday, September 14, 2010

Gertrudis Gómez de Avellaneda

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
Gertrudis Gómez de Avellaneda
1814 - 1873

Gertrudis Gómez de Avellaneda, “Tula” para sus conocidos, es considerada la poetisa nacional de Cuba, título que le fue proclamado y otorgado en el Liceo de La Habana durante su segunda estancia en su tierra natal.

Cronología:

1814.- El 23 de Marzo, nace Gertrudis Gómez de Avellaneda en la antigua Santa María de Puerto Príncipe (hoy Camagüey) donde, además; transcurren los primeros años de su vida.

1836.- A los veintidós años se va a vivir a España con el resto de su familia. Durante este viaje escribe sus conocidos versos “Al Partir”. Antes de llegar a España recorren ciudades del sur de Francia, en especial Burdeos. Ya en España, la familia se establece en La Coruña.

1839.- Habiéndose mudado a Sevilla, Gertrudis publica versos en diferentes periódicos utilizando el seudónimo de “La Peregrina”. En este año conoce a Ignacio de Cepeda y Alcalde, con el que sufre una mala experiencia amorosa que dejó marcada su alma, pues su amor no fue propiamente correspondido por el joven estudiante de leyes.

1840.- Visita Madrid, donde hace amistad con diferentes literatos y escritores de la época.

1841.- Publica su primera colección de poemas y escribe “Sab” una de sus más famosas novelas, por ser la primera novela abolicionista.

1844.- Se estrena en Madrid su primera obra teatral “Munio Alfonso” y con ese estreno da inicio a su fama como dramaturga. Conoce al poeta Gabriel García Tassara, con quien sostiene otra desagradable relación amorosa rodeada de celos orgullo y temor, pues Tassara la desea, pero no para casarse con ella. A pesar de su fuerza de carácter, La Avellaneda sucumbe a los deseos de Tassara y queda embarazada de él siendo soltera. Ser madre soltera en un Madrid de mediados del siglo XIX no es nada envidiable, por lo que escribe su “Adiós a la lira”, pensando que ya es el final de su carrera como escritora.

1845.- Nace su hija María (Brenilde para Tula), pero muere a los siete meses de nacida debido a problemas congénitos de salud.

1846.- Se casa con Pedro Sabater, quien enfermó al poco tiempo de casados.

1847.- Queda viuda.

1850.- Realiza una segunda edición de sus poesías.

1854.- Presenta su candidatura a la Real Academia Española, pero su condición de cubana, aunque la academia se excusó con el pretexto de que era mujer, le impiden obtener ese merecido honor.

1856.- Se casa con Don Domingo Verdugo, militar y político influyente, con quien viajó por el norte de España.

1858.- Estrena en España el drama “Baltasar”, el cual; supera todos los éxitos anteriormente obtenidos por la escritora.

1859.- Después de casi un cuarto de siglo de ausencia, regresa a Cuba, donde fue afectuosamente acogida, celebrada y agasajada por su pueblo. Se quedó viviendo por un espacio de aproximadamente cinco años en la tierra que le vio nacer.

1860.- Dirige en La Habana la revista “Album cubano de lo bueno y lo bello”.

1863.- Queda viuda por segunda vez y esto hace que se acentúe en ella su espiritualidad, manifestada en una profunda devoción religiosa.

1864.- Viaja a los Estados Unidos de Norte América y de allí a España. Nunca más regresó a Cuba.

1865.- Fija su residencia en Madrid.

1873.- El 1ro de Febrero, muere en Madrid a los 58 años de edad y fue enterrada en el cementerio de San Fernando de Sevilla, donde aun reposan sus restos.

Gertrudis Gómez de Avellaneda, dejó una profunda huella en la Real Academia Española por su destacado aporte al romanticismo español, y por el cual es considerada, hasta la fecha, una de las más distinguidas escritoras de la lengua castellana.

Referencias: Gertrudis Gómez de Avellaneda - Bibliografía

Monday, September 13, 2010

José Jacinto Milanés

GRANDES CUBANOS DE LA LITERATURA
José Jacinto Milanés
1814 - 1863

Matanzas, 1814- id., 1863. Poeta cubano. Inició su actividad literaria gracias a su amistad con Domingo del Monte. Sus primeros poemas (El aguinaldo habanero, 1837) son de un tierno romanticismo e imitan el tono sentimental de Lope de Vega, pero en su poesía publicada después de 1837 se advierte la influencia de Espronceda. En 1838 escribió El conde Alarcos, que tuvo una gran repercusión en el movimiento romántico cubano, al mismo tiempo que empezó a escribir para diversos periódicos y revistas de La Habana y Matanzas. También cultivó el teatro en sus diversos géneros; así, el drama en Un poeta en la corte, y la comedia en Por el puente o por el río. En 1848 sufrió un revés amoroso que le sumió en un estado de desequilibrio mental y, para remediarlo, emprendió un viaje por EE UU, Londres y París, del que volvió a Cuba en noviembre de 1849, ya recuperado. Pero en 1852 recayó sin que nunca más llegara a reponerse.

José Jacinto Milanés Fuentes sólo escribió por siete años. En 1843 perdió la razón y no pudo continuar escribiendo. Un poeta melancólico y de gran imaginación en su corta vida de creación literaria fue capaz de conquistar la aceptación popular, especialmente entre las damas de aquellos tiempos.

Natural de Matanzas por razones económicas no pudo atender la escuela superior. Aun así estudió latín, inglés, francés, e italiano al extremo de poder interpretar escritores en estos idiomas y logró traducir algunos de ellos. Se le conoce por poeta lírico y dramaturgo, también practicó la crítica literaria y el costumbrismo. Usó el seudónimo Miraflores y colaboró en casi todas las publicaciones de La Habana y Matanzas de aquellos años.

De las nupcias entre el bayamés, Don Alonso Milanés y la matancera, Doña Rita Fuentes, nació un primer hijo, al que pusieron por nombre, José Jacinto, el día 16 de agosto de 1814, en la ciudad de Matanzas, en una casona silenciosa, levantada en la calle Gelabert.

De posición modestísima el matrimonio, que vio agravada su difícil situación económica con la llegada de otros hijos, tuvo que enseñarle las primeras letras al primogénito, en el propio hogar, como más tarde hiciera con varios de los otros hermanos, que alcanzaron el número catorce.

No obstante la estrechez económica de los padres, José Jacinto adquirió algunos conocimientos superiores en la famosa escuela que en aquella capital dirigía el nobilísimo educador, Don Ambrosio José González; conocimientos, que no pudo finalizar, contentándose, por más, con el aprendizaje del latín, para lo cual le sirvió de maestro, Don Francisco B. Guerra Betancourt.

Pronto, en el ánimo del joven Milanés el tedio y el hastío clavaron sus garras. Esto hizo posible, que dejara el perseguir pajarillos, a la salida de la escuela; que se apartara de las algazaras en torno al barquichuelo, a las márgenes dél “Yumurí”; dejando, al fin, de reunirse con los compañeros de su infancia, que alegraban horas felices, mientras él, encerrado en su habitación, pasaba su vida más nueva, embebido en el estudio de varias otras lenguas, como el francés y el italiano, y, también, en la lectura ávida y comparativa de los clásicos del teatro español.

La facultad autodidáctica del mayor de los Milanés Fuentes, era tan acentuada como su afán de aprender y de superarse intelectualmente, la qne, unida a su natural y marcado ascetismo, lo mantenía los días y las naches, enfrascado en el estudio de los idiomas; adquiriendo tal dominio en algunos de ellos, que le fué posible, en varios ocasiones, suplir en su Cátedra de latín a su antiguo profesor, y, años más tarde, cuando ya se le conocía como un cantor popular, hacer versos en francés(1), cantos, en italiano(2), y varias traducciones(3).

El estudio de las Humanidades, tan en boga en aquellos tiempos, no escapó a la preferencia de Milanés, el cual, después de las horas de labor rendidas en el escritorio de una casa de comercio, propiedad de uno de sus parientes políticos(4) que le hubo dado trabajo “por su bella forma de letra”(5) se entregaba a los libros que le descubrían tales mundos, con la misma sed y fervor que ponía cuando se iniciaba en el dominio de lenguas, o cuando interpretaba las escenas de Lope de Vega y Calderón.

Lingüista y humanista, Milanés, a edad temprana; sometido a la rigurosidad comercial; obligado al trabajo, para poder subsistir; imposibilitado de llevar una vida independiente y cómoda, que le permitiera el fácil desarrollo y cultivo de sus aptitudes intelectuales; de natural, solitario, melancólico y taciturno, se encontró con que las musas eran el único solaz de su alma, el solo alivio de sus innatas soledades espirituales, así, él escribía sus versos, que eran escape a sus diarias, hondas, congojas.

A los 18 años de edad, buscando horizonte más dilatado para su progreso de vida material, José Jacinto Milanés llegó a la Habana, tomando nuevo trabajo en una famosa ferretería, para retornar a Matanzas, meses después, respondiendo a las voces dolidas de Doña Rita, que desde la ciudad provinciana lo llamaba, desesperada, temiendo por su vida, porque en la Capital de la Isla, el cólera hacía estragos.

De nuevo, en la tierra natal, y de nuevo, Milanés tras el mostrador de la primera colocación que abandonó un año antes. De nuevo, en aquella tienda, sobre cuyos mostradores él hubiera escrito más de un verso de amor. Y, de nuevo, junto a, “Isa”, su prima, de diez años de edad, que nunca se dejaría amar por el poeta; ni frente a la locura ni frente a la muerte.

A su regreso, la vida artística de Milanés se hiso más llevadera. Conoció, entonces, a Don Domingo del Monte, ya consagrado y destacado en las letras patrias, que había de ser con los años, su gran amigo y consejero.

Delmonte, en las veladas improvisadas a diario, en el hoaar de Don Félix Tanco Bosmeniel(6) fué catando la sensibilidad poética de Milanés, que, apartándose de las maneras de otros jóvenes aedas, no seguía a Heredia, (el vate de moda), sino que se presentaba, aunque defectuoso en la técnica, personal y distinto en su lirismo apasionadamente romántico, saturado de melancolía y de ternura idílica.

Así, al llegar de regreso de sus vacaciones, a la Habana, Del Monte hizo publicar en el “Aguinaldo Habanero”, algunas de las composiciones del poeta matancero, que serían, en pocos días, motivo de comentarios en el mundillo literario y crítico de la Colonia.

De súbito, satisfecho de la acogida dispensada a “La Madrugada” y a su “Requiescat in Pace”, e impulsado por la, palabra amable y consejera de Del Monte, Milanés cae en una febril actividad. Produce sin fatigas: nuevos versos, y sus primeros trabajos en prosa, éstos últimos, muy escasos. “El Plantel” y “La Cartera Cubana”, son portavoces de sus rimas, a la sazón.

Desde el éxito crítico de sus primeras composiciones, que pronto, (sobre todo, sus décimas), la Sociedad recitaba y sabía de memoria, Del Monte no dejó de invitar al poeta yumurino a una estadía en la Habana, a la que, al fin, accedió éste a los cuatro años de haberla visitado por vez primera.

En casa de Del Monte halló Milanés distinciones, camaradería, fraternidad y cariños, en aquellas tertulias, famosas y distinguidas. En ellas trató a Anselmo Suárez y Romero, a Cirilo Villaverde, a Ramón de Palma y Romay, a José Z. González del Valle, a tantos otros, que habrían de ser sus amigos y compañeros hasta los postreros instantes de su amargada vida.

De las tertulias en el hogar de su mejor amigo, había de nacer “El Conde Alarcos”(7) que Milanés escribiera al año de encontrarse en la Habana. Drama éste, que, a instancias repetidas de su amigo y consejero, se hubo de estrenar en el “Teatro Principal”, por la “Compama Duclós”.

Con el estreno del drama, del cual Mitjans expresa: “Es ciertamente “El Conde Alarcos” una producción donde pueden señalarse algunos lunares con imparcialidad, pero cuenta también belleza suficiente para justificar la aceptación que tuvo y los aplausos que arrancara en su presentación”(8) el nombre de José Jacinto Milanés, no tan sólo traspasó la isla, de un extremo a otro, sino que hizo posible que el mismo se debatiera, con favorables tonos, en la Metrópolis madrileña, a donde llegaron los ecos del éxito de la obra, en ultramar.

Aun no hacía dos años que “El Conde Alarcos”, se hubiera estrenado, cuando Del Monte logró que Milanés fuera nombrado en importante cargo público, que hubo de desempeñar en su provincia natal, desde “La Cumbre”; lugar al que llegó el poeta entregándose a una laboriosa tarea de producción teatral, ya que, sus quehaceres oficiales, (por escasos), le dejaban casi todo el tiempo libre para desplegar sus afanes intelectuales.

Por este tiempo estrenó en su ciudad natal la comedia de costumbre, “Una Intriga Paternal”. También, escribió otras obras menores, para la escena, como “El Poeta en la Corte” y sus cuadros dialogados, “El Mirón Cubano”, que no concluyó. 0bras, a las que los críticos y los intelectuales de esa época, recibieron con más calor del que merecían, en realidad.

A la par, desde su retiro en “La Cumbre”, Milanés colaboró en “Flores de Mayo”, publicación de gran prestigio cultural, que dirigía Don Ramón Zambrana, uno de los afectos que no lo abandonaron hasta su muerte.

En aquellas valles matanceros, que lo vieron nacer y que recogieron desde la más ligera hasta la más acentuada manifestación de su tortura espiritual, comenzó su cerebro a trastornarse definitivamente, principalmente, a causa de la negación amorosa de la prima; enmudeciendo de pronto, y enfermando de cuidado.

A los dos años de su mutismo, de su extravío mental declarado, su hermana, Carlota, buscándole alivio, lo acompañó a la Habana, donde el poeta no encontró la mejoría que esperaban sus familiares.

Pasaron dos, cuatro años, sin que Milanés recobrase su razón. Callada su lira, casi mudos sus labios; huraño, retraído, con la mirada perdida en horizontes grises, tal parecía, como si su alma existiera sólo para palpitar, adolorida y amargada, (aniquilándose), al conjuro de la negativa amorosa de su prima Isabel, que no quiso ser la eterna inspiradora humana de aquel su espíritu romántico y sutil, que, tal vez, la amaba desde su infancia.

Ante la persistencia de la gravedad de su mal, un hermano, Federico, se lo llevó a los Estados Unidos, en donde Milanés vuelve, por unos instantes, a sus estrofas, cantándole, en soneto, al Niágara. Pero, ya, no es el poeta que “a menudo sacrifica la armonía del verso a la originalidad del pensamiento y la sencillez del estilo al ansia de enseñar, corregir y parecer preceptista”(9) sino, un rimador forzado, duro, sin la naturalidad y el candor que lo caracterizaban; un poeta, diferente al que fue siempre.

De los Estados Unidos pasó a Inglaterra, a Francia, a Italia de donde la noticia del fallecimiento de la madre, lo devolvió al suelo criollo, después de un año de inútil búsqueda de su cordura.

Al arribar a las costas cubanas, hace publicar en “La Aurora”, su composición “A Lola”, que, hizo presumir a sus adeptos, que la normalidad retornaba a su mente y la serenidad a su ser, por el candor, la melodía y el delicado lirismo de estas estrofas.

Y la inspiración espontánea, dulce, romántica, suave, moralista, bondadosa y melancólica de Milanés, que desde siete años atrás venía enmudeciendo más y más, se silenció para siempre, bajo la mordaza de una locura incontenible, que a diario crecía, paulatinamente.

De nuevo, a los valles, tuvieron los hermanos que trasladar a José Jacinto: El mal vencía la naturaleza de aquel cantor, que “no siendo más poeta que Heredia, que Plácido, que la Avellaneda, que Luaces, que Zenea”(10), supo llegar, como ninguno otro, al alma de las muchedumbres, de los miserables y de los caídos, porque sus estrofas encerraban una enseñanza, un ejemplo moral, o la condena a un vicio o a un ultraje, y la maldición a las injusticias sociales y a las mezquindades humanas.

Ni sus amigos más queridos, ni aun aquellos que fueron sus contertulios en las reuniones en casa de Del Monte, lograron hacer que Milanés abandonara su mutismo, su abstracción y su frialdad, cuando le iban a visitar, y pasaban las horas a su lado.

Así, por espacio de algunos años, se fue consumiendo lentamente el poeta. Hasta que, con las últimas hojas que el otoño de 1863 arrancaba de los árboles, se apagó su vida, en aquella ciudad que lo viera nacer.

Su vida, “apacible y retirada, que no tiene más historia que la que revelan sus escritos”(11) según afirma su contemporáneo y amigo, Calcagno, que es, para nosotros, un dolor, hecho existencia humana; una ansiedad suprema, burlada por el hado adverso; un martirologio espiritual y una sed eterna de sublimación moral, que la Fatalidad deshizo a dentelladas.

Al morir José Jacinto Milanés y Fuentes, no se fue a la Nada “el más cubano de todos los poetas cubanos”(12) pero sí, un poeta que sacrificó su natural, sensible, candorosa y tierna delicadeza de sus rimas, para servir, como queda anotado, al Bien y a la Moral, pretendiendo hacer de su aptitud estética, una bella fuente de utilidad pública.

Referencias:

(1) Los versos que le dedicó a la bailarina alemana Fanny Elssler en 1842, fueron escritos en francés en el original que el propio poeta después tradujo al castellano.

(2) “Doni Della Beltá”, es el título de una canción que escribió Milanés, en italiano, para ser musicalizada.

(3) Milanés dejó muchas traducciones; libres, sobre todo de los versos de Víctor Hugo. Y, parte del drama, “Cristina”, de Alejandro Dumas, padre.

(4) Padre de Isabel Ximeno y Fuentes; casado con una tía carnal del poeta. Comerciante acaudalado.

(5) “Obras de José Jacinto Milanés”, publicadas por su hermano. Segunda edición, Prólogo, pág. 10 Juan F. Trow y Compañía, New York, 1865.

(6) Félix Tanco Bosmeniel, escritor abolicionista, cultivó la novela y el periodismo. Era culto, distinguido, con espíritu de Mecenas. Nació en Santa Fe de Bogotá, pero, desde su niñez, se crió en Matanzas.

(7) La labor teatral de Milanés, teniendo en cuenta su corta vida intelectual, a partir del estreno de “El Conde Alarcos”, fué extensa y variada.

(8) Aurelio Mitjans, “Historia de la Literatura Cubana”, Editorial América, Madrid, 1918, páginas 194-201.

(9) Francisco Calgagno, “Diccionario Biográfico Cubano”, New York, Imprenta y Librería de A. Ponce de León, 1878, págs 420-424.

(10) Obras de Manuel de la Cruz. “Literatura Cubana”. 1924. Madrid. Tomo III, página 45.

(11) Calcagno. ( O. C. )

(12) Alfredo Zayas y Alfonso. “La Poesía patriótica en Cuba hasta 1868”. Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras, Tomo XIV, Nº 1.Enero-Mayo, 1930, La Habana, páginas 119-123.