(Sergio Jesús Fernández - 15 de Noviembre de 2009)
Como casi todos los refranes, este contiene, sin lugar a dudas; una gran enseñanza. Baste con analizar unos cuantos ejemplos para comprenderlo.
Si compartimos tiempo de nuestra vida con un carpintero, cuando menos; vamos a aprender cómo utilizar un martillo. Si la persona con quien compartimos nuestro tiempo es mecánico automotriz, posiblemente aprendamos, aunque sea; a cambiar un neumático. Si es una persona culta y bien educada, algo de cultura y educación se va a ver reflejado en nuestras vidas. Si es alguien que ama a Dios sinceramente, no vamos a poder escapar de la gracia divina que le acompaña, y por consiguiente vamos a recibir bendiciones, aun sin darnos cuenta. Si nos juntamos con personas triunfadoras y felices, tenemos todas las posibilidades de triunfar y ser felices, simplemente por esa inevitable ley de asociación.
Desgraciadamente, la enseñanza que encierra este refrán no sólo se aplica para las personas con atributos positivos, como los que mencionamos anteriormente, sino también para las personas con características negativas. Por ejemplo:
Si dedicamos nuestro valioso tiempo a compartir con alguien que es adicto a las drogas, no debemos sorprendernos si por su culpa nos vemos envueltos en problemas de droga adicción, o problemas con la justicia, o problemas de violencia. Lo mismo pudiera sucedernos si andamos con personas que acostumbran a robar, o personas que reaccionan violentamente ante cualquier adversidad en sus vidas. Si nos atamos a la compañía de personas que no tienen sentido de responsabilidad y que no tienen ni la menor idea de que es lo que quieren hacer con sus vidas, lo más probable es que vamos a terminar siendo irresponsables e inútiles. Si andamos con personas que están ausentes de Dios, es muy difícil que no terminemos ausentándonos de Dios nosotros también. Si unimos nuestras vidas a personas perdedoras e infelices, estamos creando las condiciones necesarias para terminar siendo perdedores e infelices, por la misma inevitable ley de asociación.
En resumen, si nos rodeamos de amistades con características positivas, vamos a recibir y a reflejar en nuestro diario proceder características positivas. Pero si nos rodeamos de amistades con características negativas, vamos recibir y reflejar características negativas.
Si vemos a las personas buenas y positivas como seres de luz, podemos entender que cuando nos rodeamos de ellos estamos en la luz. Así mismo, si vemos a las personas malas y negativas como seres de obscuridad, seremos capaces de entender que al estar cerca de ellos estamos en tinieblas y podemos terminar en la obscuridad, porque cuando nos atamos a alguien que está en la obscuridad y evita la luz, terminamos evitándola nosotros también para no distanciarnos de esas personas que “apreciamos”, lo expreso entre comillas porque más que aprecio es una especie de adicción.
Debemos hacer un recuento de lo que nuestras amistades aportan a nuestras vidas para saber si son en realidad seres de luz o de obscuridad. Pero también es muy importante que hagamos un recuento de las cosas que aportamos a las vidas de nuestros amigos, para no resultar siendo nosotros los seres de obscuridad en sus vidas. “Dime con quién andas y te diré quien eres” es una enseñanza para “nosotros” y también para “los otros”.
"Éste es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad." - 1 Juan 1: 5 y 6
No comments:
Post a Comment